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Un clarete único, reflejo del pasado

Usando una antigua técnica de cultivo y siguiendo los métodos de elaboración de sus antepasados, Bodegas Sinforiano elabora un clarete moderno y único, auténtico reflejo del pasado.

Durante siglos, distintas variedades de uva se plantaban juntas en un viñedo: se mezclaban por tiempo de maduración, por acidez, por color e incluso por uso. Se hacía, por un lado, para garantizar que no se perdiera la cosecha de todo un año si las condiciones ambientales afectaban a una o más de las variedades de uva. Era una forma de mantener una calidad constante mucho antes de que los avances tecnológicos lo hicieran más fácil. Y por otro lado, en zonas como Cigales, para elaborar claretes, con las variedades idóneas ya mezcladas en el viñedo. Este hecho hoy se conoce como “field-blends” (mezclas de campo)
Para Bodegas Sinforiano estas mezclas de campo son una forma distinta y expresiva de mostrar el terruño de un viñedo y honrar la tradición. Estas mezclas además, proporcionan a los vinos un nivel de equilibrio, armonía y complejidad inigualable.Y por otro lado, en zonas como Cigales, para elaborar claretes, con las variedades idóneas ya mezcladas en el viñedo. Este hecho hoy se conoce como “field-blends” (mezclas de campo)
Si hay una bodega que es referencia en cuanto a rosados se refiere, esa es Bodegas Sinforiano. Esta bodega Mucenteña presenta diferentes propuestas elaboradas a partir de diferentes cepas y técnicas, ofreciendo en todos los casos, vinos atractivos, delicados y muy refrescantes, gracias a vendimias realizadas específicamente para la elaboración de rosados y a una elaboración poco extractiva, buscando preservar los aromas y sabores primarios.
En su incansable objetivo por elaborar vinos de máxima calidad, Bodegas Sinforiano presenta Líala Clarete, con el que quieren “honrar la memoria de nuestra historia, el respeto que sentimos hacia nuestra tierra y la devoción que profesamos a nuestros antepasados”.
Este vino nace del deseo de elaborar un clarete siguiendo los métodos que utilizaban sus antepasados, ayudándose de los medios actuales: “Elegimos dos pequeños majuelos plantados entre 1920 y 1930; en esa época, los viñedos de la zona se plantaban mezclando las variedades blancas y tintas, con el objetivo de elaborar claretes, de forma que las uvas pudieran macerar juntas desde la entrada en bodega. Se vinifican todas las variedades juntas (Garnacha Tinta, Verdejo, Garnacha Gris, Palomino, Albillo, Garnacha Tintorera, Godello y Tempranillo) en bocoyes de maderas españolas (no roble), donde posteriormente el vino ha sido criado sobre sus lías durante 8 meses.”
El resultado es un vino que no deja indiferente: es complejo, tiene frescura, elegancia y expresividad. Destila claros ecos del pasado, añadiendo una dimensión actual y propia de lo que hoy se conoce como los fascinantes “field-blends”.
Estas botellas de moda son en realidad una tradición de larga data. Las mezclas de campo están teniendo un momento. Hay algo romántico en la herencia, la autenticidad y la tradición de una mezcla de campo. En una época en la que algunos consumidores de vino también valoran la vinificación no intervencionista o preindustrial, las mezclas de campo alcanzan una nota atractiva de legado y tradición.